Sudáfrica sería el postre. Con una entrada de gorilas, chimpancés y leones, servida bien fría, seguimos con un delicioso plato de fondo que incluía jirafas, elefantes y búfalos al pil-pil. Nos esperaba ahora Sudáfrica, el plato final.
Sudáfrica es un país de 58 millones de habitantes, ubicado en la costa Sur de África y que limita con los países Namibia, Botsuana, Zimbawe, Mozambique, Esuatini y Lesoto, este último, un peculiar país que está inserto en la mitad de Sudáfrica. Tiene la peculiaridad que no existe una única capital, siendo Ciudad del Cabo, Pretoria y Bloemfontein las capitales legislativa, ejecutiva y judicial. Johannesburgo por su parte, no siendo capital, a pesar de lo que todos creen, es la ciudad más poblada de todas y la que concentra el poder financiero. Este país, a diferencia del resto del continente, tiene un poder económico alto, de hecho, concentra el 25% del PIB de todo el continente, y gran cantidad de sitios asemejan a países como Nueva Zelanda o USA, más que África mismo. Se posiciona como el mayor productor de platino, el quinto de oro y uno de los mayores exportadores de diamantes del mundo, motor de la economía nacional. A pesar de esto, el país se sitúa como el 7mo país con mayor desigualdad del mundo.

Algunas curiosidades de este hermoso país:
- En 1905 se encontró el diamante más grande del mundo. Pesaba 3106 quilates, medía casi 12 centímetros, y fue bautizado como diamante Cullinan. De éste se extrajeron 105 gemas, y la mayor de todas, llamada “Primera Estrella de África”, adorna la corona real inglesa.
- Para los fanáticos del buceo, este país es uno de los que tiene mayores naufragios del mundo, con más de 2.000 de ellos.
- El primer trasplante de corazón del mundo fue realizado en Ciudad del Cabo, en 1967.
- Es el país del mundo con mayor número de personas infectadas por VIH, más de cinco millones de personas.
- Recién en 1994 se celebraron las primeras elecciones democráticas del país, ganadas por Nelson Mandela, en representación del movimiento anti apartheid.
- Nelson Mandela, antes de ser presidente, cumplió 27 años como prisionero político.
- Es el país con mayor número de idiomas oficiales reconocidos por la constitución, exactamente 11.
IMPORTANTE
Este es una continuación de las bitácoras de Uganda y Tanzania, y por ende, les recomiendo mucho partir por ellas primero.
“No hay nada como volver a un lugar que parece no haber cambiado, para descubrir en que cosas has cambiado tu mismo”
Nelson Mandela
1918-2013
Table of Contents
GENERALIDADES DE SUDÁFRICA
VISA
Para chilenos no se requiere obtener visa, siempre y cuando la estadía sea menor a 90 días. Importante es que el pasaporte tenga una vigencia mínima de 6 meses.
Web embajada
DIVISA
La moneda es el Rand Sudáfricano (ZAR). Aproximadamente 1 USD = 19 ZAR
Convertidor de divisa
SALUD
Fiebre Amarilla: Vacuna y carnet obligatorios para el ingreso solo si es que se proviene de países en riesgo (ver link). Dosis única que sirve para toda la vida. Al menos 1 mes antes del viaje. Difícil conseguir, coordinar con anticipación. Sudáfrica no es país de riesgo para fiebre amarilla.
Web CDC
Malaria: Solo es necesaria si se visitará lugares frontera de Zimbawe o Mozambique. Opciones de tratamiento: Malarone (Atovaquone-proguanil), Lariam (mefloquina) ó Doxixiclina. Cualquiera de estos debe ser indicada por un médico. Todos asociados a repelente con alto contenido de DEET.
Web CDC
Hepatitis A: Deseable vacunarse, especialmente la población joven que nunca estuvo expuesta.
Web CDC
Info general del CDC Sudáfrica
SEGURIDAD
En ámbitos generales, Sudáfrica está dentro de los países más seguros de África, sin embargo, como en todos lados, hay ciertas zonas que mejor debiesen ser evitadas.
- Ciudad de Cabo: Zonas de Nyanga, Khayalitsha, Gugulethu y Delft/Vela.
- Durban
- Johanesburgo: Evitar zonas céntricas de noche. Evitar barrios de Hillbrow Yeoville, Berea, Brume
- Pretoria: Pretoria central, Arcadia, Sunnyside, Marabstad
- Puerto Elizabeth: Evitar caminar de noche por las playas.
ELECTRICIDAD
Se utilizan enchufes de clavijas tipo D/M y el voltaje es de 230V. Más info aquí.
MOVILIZACIÓN
Johanesburgo: El Gautrain es seguro, rápido, aunque su red no es muy variada y es bastante caro. La ventaja es que comunica desde el aeropuerto. También llega a Pretoria.
Ciudad del Cabo: MyCiti es el servicio público de buses de la ciudad, y es fenomenal. Una excelente opción para moverse económicamente y con una gran red de trayectos. Se debe adquirir la tarjeta MyCiti por 30 ZAR y luego cargarla. Buena opción para ir del aeropuerto al downtown.
En ambas ciudades el servicio de Uber o Taxify es bueno y ampliamente difundido.
CAMPER VANS
Viajar en una camper siempre es una experiencia per se, y sobre todo una excelente opción para realizar la Garden Route. Es importante reservar con anticipación, ya que son muy populares. Acá lamentablemente ustedes tendrán que hacer el trabajo de recolección de datos, ya que, fuera algunas recomendaciones de webs donde arrendar, no recabé más información.
- LekkerCampers: Bien vale la pena revisar esta web, ya que tiene buena info de itinerarios, además de obviamente, dar varias opciones de campers para arrendar.
- Maui
- Kea Travel
RENT A CAR
Como en todo, la recomendación es investigar y comparar. Nosotros arrendamos nuestro VW Gol en Tempest Car Hire y tuvimos excelente experiencia. Buen auto, casi nuevo, buen servicio.
GARDEN ROUTE TOURS
Al igual que con respecto al arriendo de campervan, salvo orientarlos un poco en lo que alcanzamos a encontrar, la investigación deberán hacerla ustedes. Encontrarán de todo, desde tour privados hasta compartidos de varios días. En lo personal lo encuentro bastante entretenido, y si viajase solo, no dudaría en tomar uno de estos “Budget” tours para viajar con gente joven por esta increíble ruta. La desventaja, como es lógico, es la no flexibilidad en el itinerario. Una cosa por otra.
Por último, les recomiendo que aunque no opten por un tour, vean las webs igual, porque se pueden sacar buenas ideas de que sitios visitar y otra info útil.
ITINERARIO REALIZADO
DÍA 22: Dar Es Salaam → Johanesburgo → Ciudad el Cabo
DÍA 23: Ciudad el Cabo
DÍA 24: Ciudad el Cabo
DÍA 25: Ciudad el Cabo
DÍA 26: Ciudad del Cabo → Hermanus
DÍA 27: Hermanus → Gansbaai
DÍA 28: Gansbaai → Oudshoorn
DÍA 29 Oudshoorn → Knysna
DÍA 30: Knysna → Puerto Elizabeth → Johanesburgo
DÍA 31: Johanesburgo → Chile
RELATO
DÍA 23
Cape Town : Bo Kaap – Table Mountain
Estar en Cape Town es realmente como llegar a otro planeta. Después de haber visitado Tanzania y Uganda, que a pesar de que en ciertos lugares llega a ser bien impactante la pobreza, están por lejos de ser países pobres para la realidad Africana, en Cape Town llega a ser chocante el nivel de riqueza. Habíamos llegado la noche previa y nos alojamos en un hostel llamado Big Blue Backpackers, que quedaba ubicado a algunas cuadras del Waterfront, y esa tarde previa, cuando cruzamos desde el aeropuerto hacia nuestro hostal, no podíamos creer lo que veíamos. Era realmente como estar en Nueva Zelanda o USA, tiendas y autos de lujo por doquier, calles topísimas, edificios modernos y gigantescos. Sencillamente no dejábamos de sorprendernos por todo lo que veíamos a través de la ventana del Uber que nos llevaba a nuestro alojamiento. Cape Town es la segunda ciudad más poblada después de Joburg, y la que se ubica en primer lugar respecto a calidad y nivel de vida de todo África, lo cual explicaba mucho de lo visto.

Algo que no puedo dejar de nombrar sobre esta ciudad, antes de contarles cualquier otra cosa, es que ésta, es la primera gran metropoli que se está quedando sin agua potable. Para cuando fuimos, había cuenta regresiva para el día cero, fecha que se estimaba que las reservas de las represas se agotarían por completo. Solo imagínense lo catastrófico de la situación, en una mega ciudad de 4 millones de habitantes y foco del turismo Sudafricano. Estaban restringidas las duchas, lavar los platos se debía hacer con lo mínimo y regar obviamente estaba tajantemente prohibido.
Volviendo a nuestro día. Habíamos llegado la noche previa a este fantástico Hostel. Teníamos nuestra pieza y baño privados en el segundo piso, y abajo una gran cocina, área común y bar. Esa mañana desayunamos mientras organizábamos un poco lo que serían nuestros días, con la ayuda de los chicos que trabajaban allí en el hostel, y luego salimos a caminar un poco y conocer los alrededores, para finalmente llegar al Waterfront, que se ubicaba a apenas unos 20 minutos. Si nos sorprendimos cuando llegamos a la ciudad, entrar a este, nos demostró que sencillamente aún no habíamos visto nada. Aún era temprano, y por ende estaba casi todo recién abriendo, pero el concepto estaba claro: aquí solo tenía cabida el turismo de la riqueza. No sabía si estaba en África o en Miami. Una gran rueda al más estilo del London Eye dominaba la vista del lugar. Alrededor, un sinfín de exclusivas tiendas y restaurantes, además de varios puestos donde comprar los tours en catamaranes o barcos por la bahía, o para aquellos más exquisitos, en helicóptero. Y para el final, una increíble vista al “Table mountain”, un Must de Cape Town del cual les hablaré más adelante.

Tras dar solo un paseo para hacernos una idea de lo que trataba, nos fuimos caminando hacia el centro de la ciudad para hacer un Free Walking Tour. Para quienes no los conocen, estos se sustentan en base a las propinas que uno deja posterior al tour, por lo que suelen ser guiados por gente joven y bastante entusiasta, que realmente se esfuerza en hacerte pasar un buen rato, y personalmente los recomiendo muchísimo y los tomo en cada ciudad que visito.
Esa tarde, nos reunimos a las 14:00 en el Motherland coffee, al cual por cierto les recomiendo mucho visitar, y partimos rumbo al barrio Bo Kaap. Este, es una de las atracciones actuales de la ciudad, probablemente por su historia y coloridos atractivos. Fue un barrio que nació en el siglo XVII, junto con la llegada de los primeros colonos Holandeses. Debido a que las tribus locales inicialmente resistieron la dominación de estos, los esclavos fueron traídos principalmente de Malasia, pero también de Indonecia, India o Sri Lanka, y por eso mismo, a esta zona se le reconoce como el barrio Malayo. Este tutti frutti de culturas, idiomas, religiones y tradiciones, explican bastante bien el por qué Sudáfrica hoy en día es el país tan multicultural que conocemos.

Comenzamos nuestro tour junto a un buen grupo de extranjeros, visitando los rincones y calles del barrio, mientras una entusiasta guía nos contaba un poco de todo. Bo Kaap significa “encima del Cabo”, y debe este nombre a que sencillamente está emplazado en las laderas del Table Mountain. Es un sector mayoritariamente musulmán, por lo que varios puntos de interés fue conocer diferentes mezquitas, dentro de ellas, la más antigua de todo Sudáfrica, Auwal Masjid, establecida en 1794. Abdullah Kadi Abdus Salaam fue el primer Imam de esta mezquita, tras cumplir 13 años de condena en la prisión de Robben Island, y fue un pilar fundamental en el establecimiento del Islam en la zona y entre los esclavos. Era príncipe de Tidore, en Indonesia, y fue traído a Ciudad del Cabo como prisionero político por conspirar contra los Holandeses. Cuenta la historia, que durante su estadía en la cárcel, escribió varias copias del corán de memoria, y luego, cuando fue liberado, se preocupó de construir la primera madrasah -escuela musulmana- de todo el país, para luego además, ser el imam de la mezquita. Por eso, también se le conoce como Tuan Guru, que sería traducido como Maestro, profesor.
Una de las características más llamativas del barrio, son sus casas de vivos colores, que le dan una especial alegría y vitalidad a la zona. No está claro de dónde nació esta tradición, pero es algo que hasta el día de hoy los residentes de aquí mantienen con mucha dedicación . Otra cosa que no pueden perderse de esta zona, y con esto les digo que definitivamente es un MUST, es comer aquí. La mezcla de culturas, tradiciones y especias, han hecho de la comida de esta zona un verdadero placer para el paladar adepto a nuevos sabores. El restaurant Biesmiellah es probablemente el más conocido, y un lugar que no os perdono pasar por alto.

Para finalizar, pasamos a otro de los lugares que considero un imperdible de la ciudad, el Gin Bar. Ubicado en el centro de la ciudad, es el bar de gin más increíble que he estado alguna vez. Sudáfrica es uno de los productores importantes de gin del mundo, y aquí se esmeran con una carta de decenas de gins diferentes (tienen más de 70), con especiales preparaciones y peculiares especias para cada uno. Anexo a este, una deliciosa chocolatería artesanal.
Terminado todo nuestro tour por Bo Kaap, el gin y los chocolates, volvimos nuevamente al Motherland Coffe para almorzar algo, aprovechar el wifi y luego pedir un Uber para partir rumbo a uno de los imperdibles de la ciudad, el famoso Table Mountain. Esta montaña es el telón de fondo de la ciudad y bahía, y es su símbolo más preciado. De hecho, fue premiada en el 2011 con el nombramiento de una de las siete maravillas naturales del mundo y recibe más de 800.000 visitas todos los años.
El uber nos dejó en la entrada del parque, donde debimos hacer una larga fila para comprar el boleto para el teleférico que nos dejaría arriba. Estaba también la opción de subir caminando por un trekking , mas era un paseo del día completo y tristemente no nos sobraba tanto el tiempo como para aquello. El teleférico era fenomenal, una góndola circular y con vista panorámica que iba girando en 360 grados y te permitía ver todo. Bellísima vista y muy recomendable de hacer, al menos de bajada o subida si es que también se quiere realizar el trekking. Arriba la vista es sencillamente increíble. Nada más que decir y el gran motivo de por qué llegar hasta aquí. Si bien hay rutas de caminata, flora y fauna, y hasta restaurant y un café arriba, el simple hecho de detenerse y disfrutar de la vista, es lo que vale aquí. Veíamos toda la bahía, el waterfront y hasta el famosos Cape Town Stadium, aquel construido para el mundial del 2010.

Estuvimos bastante rato paseando por aquí arriba, y aprovechando que ya era tarde, hicimos hora para ver el atardecer. Una de las cosas que más nos maravilló, fueron las nubes, un fenómeno que le da algo muy especial a esta zona y que especialmente ocurre en verano. Puede estar completamente despejada la ciudad, pero arriba del Table Mountain casi siempre existirá algo de nubosidad. Esto ocurre porque las corrientes de aire, al chocar contra la montaña, ascienden y arriba se enfrían, condensando y formando estas fenomenales nubes. Luego, cuando la corriente cruza la montaña, vuelve a bajar, se calienta y desaparecen! Es increíblemente bello ver este fenómeno de la naturaleza, lo que me tuvo cautivado más de una hora con mi cámara. Era como ver una cascada de nubes y aún me genera alegría cerrar los ojos y recordar la hermosa vista que se tenía de la bahía, las montañas y la cascada de nubes.

Perdí completamente la noción del tiempo. El atardecer pasó, comenzó a desaparecer la luz y con eso, el calor. Ibamos en short y polera, y Andre ya hace un buen rato se había ido a refugiar con un chocolate caliente a la cafetería, mientras pacientemente esperaba que Camilito fotógrafo se aburriese de jugar con la cámara, lo cual obviamente no iba a ocurrir, sin embargo, pensé en lo congelada que estaría la pobre -yo tiritaba- y fui por ella, solo para luego darnos cuenta que todos los que nos habíamos quedado a ver el atardecer, ahora queríamos bajar juntos. Una fila gigantesca salía desde la construcción que albergaba el teleférico, para avanzar decenas y decenas de metros. Estuvimos fácil una hora allí, congelados, abrazados y tiritando, esperando poder bajar, hasta que por fin llegó nuestro turno y logramos volver a donde habíamos comenzado. Luego Uber y directo a nuestro hostal, comer algo y guardarnos a dormir, que mañana sería otro día.
TIPS
- Web free walking tours
- Pueden encontrar hermosos tallados en piedra a un precio ridículo en la galería ubicada en calle Loop #93.
- Table mountain:
– Revisar info previamente en la web
– Comprar los tickets on line
– Recomendable ir en la tarde. Hay menos gente y pueden aprovechar de ver el hermoso atardecer. - Para los escaladores, sepan que existen varias rutas de escalada en esta zona, aunque solamente se permite escalada tradicional. Info.
DÍA 24
Cape Town – Buceo
El día previo, dentro de todas las cosas que hicimos, otra fue averiguar por buceos. Para quienes me conocen, saben que una de mis predilecciones cuando viajo, es tratar de bucear en cada país que pueda, y como no hacerlo aquí también. Averiguando, encontré que la empresa Into the Blue parecía ser seria y coordiné para que este día fuésemos a bucear a un barco hundido.
Llegué a las 7 am al centro de buceo, sin duda alguna, un local de la calidad acorde al país. Tenían buenos equipos y todo fue bastante ordenado y serio. Partimos en dos camionetas rumbo a Hout Bay, ubicado al Sur y rumbo a la península del Cabo. Bucearíamos el SS Maori, un barco de carga de 122 metros de eslora, de origen británico del 1880, que el año 1909 naufragó en un viaje desde Londres hacia Nueva Zelanda, transportando rieles de ferrocarril, tuberías y vajilla. En medio de una tormenta, chocó contra la costa rocosa de la bahía y se hundió, quedando dividido en dos. Su popa, con una enorme grúa, aún se encuentran por sobre el nivel del mar y suele ser escenario de visita de algunos tours en bote por la zona.

Respecto al buceo, una completa decepción y pérdida de dinero. 90 dólares y toda una mañana invertida, para que agarrasen a scubas, open y advance, nos juntasen a todos y bajásemos con 2 guías para recorrer corriendo el barco y subir sin explicación alguna a los 29 minutos. Total decepción. No es que esperase que nos internásemos dentro del barco, pero al menos separarnos por niveles de experiencia y darnos el tiempo de disfrutar el buceo. Salí con más de la mitad del tanque lleno, al igual que varios otros decepcionados compañeros. Buceamos hasta los 18 metros en un mar muy similar al de nuestro país, con un ecosistema parecido y heladas aguas de 10 grados.
Cuando volvimos al puerto, mi humor era de aquellos, y sin mediar mayores explicaciones tomé mis cosas, me cambié y me fui a buscar cómo regresar a Cape Town por las mías. A ese buceo, le seguía un segundo, que inicialmente no quise tomar, pero al cual esperaría para poder regresar en conjunto con el resto. Mi humor no estaba para esperar a nadie, y menos para gastar otros 90 dólares en esa porquería. Agarré mis cosas, partí caminando y recorriendo toda la bahía rumbo a Hangberg, uno de los barrios de Hout Bay, y desde donde me habían dicho que podría tomar un autobus. Ya allí, más despejado después de mi agradable caminata, me aventuré en la odisea de entender el transporte público de la zona, que por cierto, debo decir que es de maravilla. Al comienzo fue un poco engorroso entenderlo, comprar la tarjeta de pago, cargarla y averiguar cual recorrido me servía, mas al poco rato ya estaba en mi bus rumbo al Waterfront, donde me bajaría.
Mientras yo hacía mi buceo y regresaba a casa, Andre había aprovechado de recorrer las playas de la zona, y al poco rato que llegué, nos encontramos para partir a almorzar. Fuimos al Biesmiellah, ese restaurant malayo que habíamos conocido el día previo. Pedimos algunos platos recomendados por quien nos atendía, solo para quedar maravillados con sus sabores y especias.
A la tarde noche decidimos que queríamos conocer un poco la vida nocturna, por lo nos encaminamos rumbo al downtown. Encontramos un pequeño bar donde estaría tocando una banda tributo a AC-DC, que estuvo de lujo, y luego más en la noche, nos fuimos a Long Road donde estaban los pubs y discoteques. Entramos a una llamada The Village Idiot, un bar universitario con toda la onda y que para cuando llegamos, ya parecía discoteque, con todos bailando entre las mesas, terraza y donde hubiese espacio la verdad. Otro de los panoramas que deben anotar en su check list de la ciudad.
DÍA 25
Cape Town – Waterfront day
El objetivo del día de hoy era poder recorrer y disfrutar el Waterfront con toda la calma del mundo, y por ello, no organizamos nada más para este día. Este famoso lugar, llamado en realidad Victoria & Alfred Waterfront, en honor al príncipe Alfred y la reina Victoria, nació sencillamente como un puerto, que hasta la actualidad es usado como tal, y que fue parte esencial del asentamiento inicial en el siglo XVII. En 1654 se construyó como abastecimiento de agua dulce y víveres para los barcos de la “Dutch East Indian Company” en su largo viaje rumbo a las Indias Orientales Holandesas… que para quienes no saben, hoy es Indonesia. Durante el siglo IX, fuertes tormentas hicieron naufragar a más de 30 barcos, por lo cual el puerto cerró en invierno y allí llegó el príncipe británico Alfred a salvar la situación, encargando la construcción del primer rompe olas, y de allí el nombre.

Desde ese entonces hasta hoy, el cambio evidentemente fue fenomenal. En parte por el descubrimiento de oro y diamantes en Sudáfrica, lo que inevitablemente hizo crecer el puerto, y posteriormente porque en la década de los ’80, se decidió rescatar la historia del lugar y transformarlo en lo que conocemos hoy en día, un mix entre puerto-comercio-historia, y que atrae a nada menos que 24 millones de visitantes cada año!
Hicimos un recorrido general por el lugar,

quedando nuevamente maravillados con la belleza y vida de este. Esta vez, las tiendas ya estaban abiertas y la gente rondaba por todos lados. Varios restaurantes, coffee shops y tiendas de todos los tipos daban vida al lugar, mas no era lo que buscábamos en esos momentos y seguimos paseando. Uno de los lugares que inevitablemente nos llamó la atención a ambos, fue el museo de Ripley’s Believe it or not! Y es que, quien de nuestra edad, no conoce el famoso programa de televisión que en nuestra infancia captaba toda nuestra atención con las cosas más raras que podían existir? Nos miramos, y sin dudarlo mucho entramos a visitarlo. El lugar es sin duda entretenido, y hay montón de datos curiosos o cosas peculiares que ver, mas lo recomendaría solo si disponen de tiempo libre y no andan corriendo. Fue más que todo un viaje a la infancia y los recuerdos del programa cuando solían darlo en la TV, y que sin duda nos trajo un buen rato de alegría mientras visitábamos esas rarezas.
Nuestro paseo siguió por todos los alrededores del lugar, que por cierto es gigantesco. Aprovechamos también de cotizar el famoso paseo en bote que te lleva a conocer toda la bahía, y que al final nunca tomaríamos, y los costosos vuelos en helicóptero por la bahía y el Table Mountain, que lógicamente tampoco tomaríamos porque te sacaban un ojo de la cara. En cambio, seguimos paseando y nos encontramos con el Acuario 2 Océanos. Obviamente en nuestra investigación previa, ya sabíamos de este famosísimo lugar, que se denomina así porque en esta zona es donde se unen el Océano Índico con el Océano Atlántico. Si bien, está lejos de ser de los acuarios famosos del mundo, bien vale la pena conocer sus túneles de vidrio, clases educativas y shows de alimentación en vivo.

Entramos al acuario a las 13:30, ya que los shows comenzaban desde las 14:00. Luego de un pequeño paseo por algunos sectores viendo las medusas, nemos, y algunos otros acuarios pequeños, partimos yendo al primer show de todos, la alimentación de manta rayas, tortugas y peces. Para llegar a la sala donde estaba la gigantesca ventana de vidrio, tuvimos primero que cruzar por un túnel transparente de 10 metros de largo y que cruzaba el acuario mismo, bellísimo. Luego nos sentamos a ver cómo un buzo bajaba con el alimento y se lo daba a las mantas, tortugas y peces, que amigable e interesadamente se le acercaban sin más.
Seguimos con el show de los pingüinos, donde una chica explicaba un poco sobre las diferentes especies mientras los alimentaba con pequeños pececillos. Mi preferido, un chascón de pelo amarillo, o mejor conocido como pingüino de penacho amarillo.

Y para lo último, corrimos a lo mejor, la alimentación de los tiburones. Se trata de Grey Nurse Sharks o también conocidos como Sand Tiger Sharks, que llegan a medir en su vida adulta por sobre los 2 metros de largo. Se metían un par de buzos, y desde una pequeña cueva que les protegía la espalda, daban pedazos de pescado con una lanza desde lejos. Es bien entretenido verlos comer, y los niños alucinaban con el espectáculo. Incluso para los más aventureros, por apenas 50 US, te permitían bucear con ellos en la alimentación, cosa que tristemente me enteré un poco tarde. También hay otros buceos que se pueden realizar, con tortugas, manta rayas y bosques submarinos.
Luego de nuestra acuática experiencia, moríamos de hambre y nos fuimos a uno de los lugares que sería de nuestros favoritos de todo el Waterfront, el Food Market. Durante nuestro paseo de la mañana ya habíamos dado con él, y habíamos alucinado con lo que encontramos allí. Ahora, con más tiempo, y mucha hambre, nos encaminamos ansiosos a degustar de todo. Este Food Market se ubica al lado de la Nobel Square, que es sencillamente una plaza con las estatuas de los cuatro premios Nobel de Sudáfrica, de los cuales debo aceptar que solo conocíamos a Nelson Mandela. Es una grata área para descansar y disfrutar de diferentes shows musicales que regularmente toman lugar aquí.

Adentro el escenario es completamente diferente. Es un paraíso para los glotones de alma. Dos pisos de decenas de diferentes puestitos de comida. Llegaba a ser frustrante no saber por cúal partir, y peor aún, saber que no podrías probarlos todos! Una maravilla de olores, colores, sabores y mil cosas para curiosear. Desde común y corrientes hamburguesas, hasta unas preparaciones vietnamítas raras en papel de arroz llamadas Lua Rolls, pasando por puestos de té, café, chocolates, tragos, carnes, etc y muchos más etcéteras. De lo que probamos, estuvo esta comida vietnamita. Pedimos uno que tenía menta, caramones, mango y fideos de arroz, envuelto en papel de arroz y acompañado de alguna salsa agridulce, delicioso. Se los recomiendo! Otra de las rarezas que no deben de dejar de probar, son los Biltong, que es carne seca tipo snack. Similar al charqui aquí en Chile, pero con carnes de diferentes tipos y sazones. Típico de la cocina Sudafricana.

Disfrutamos también de un agradable concierto de piano mientras comíamos algunas otras cosas y degustamos montón de cosas ricas, mientras además, paseábamos curioseando. Fue sin duda uno de los mejores momentos de nuestra estadía en Cape Town, en serio, panorama perfecto para glotones ansiosos de probar muchas cosas.
Finalizado este agotador día de pasear y comer lo contemplado para toda la semana, nos fuimos de vuelta al hostal para poder seguir organizando lo que sería nuestro viaje, que comenzaría el día de mañana, hacia la famosa “Garden Route”.
TIPS
Cosas que hacer en WA
- Robben Island:
- Famosa isla ubicada a 11 kilómetros de las costas de Cape Town, y donde se ubicaba la prisión que mantuvo cautivo a Nelson Mandela por 18 años, de un total de 28 encarcelado. Esta isla y su ex cárcel, pasaron a formar parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999.
- Importante reservar los tickets por la web con anticipación.
- Aquario dos Océanos:
- Comprar los tickets on line. 10% descuento.
- Ver los cronogramas de los shows, no son todos los días.
- Buceo con tiburones
- Museo Ripley’s
- Paseos en helicóptero
- Paseo en bote – puesta de sol
- $150 Rand con descuento incluido (precio normal 200R)
- Food market
- Museo del diamante
- Visitar WA de noche!
DÍA 26
Cape Town – Cape Point – Hermanus
Probablemente más de alguno que haya investigado sobre Sudáfrica, habrá escuchado de la famosa “Garden Route”, ruta de unos 200 kilómetros de largo, que comienza en Mossel Bay, termina en Storms River y que debe su nombre -Ruta de los Jardines- debido a que cruza hermosos bosques, lagos, playas y poblados de película. La versión extendida, desde Ciudad del Cabo hasta Puerto Elizabeth, y que es la que haríamos nosotros, cuenta con casi 800 kilómetros, pasando por varios otros bellísimos lugares.

Opciones para hacer esta ruta no faltan. Puedes arrendar un auto, una campervan, tomar algún tour compartido, viajar en bus, autostop. Las opciones sobran, y es que este, es uno de los grandes atractivos de Sudáfrica, y con bastante razón. Nosotros optamos por la primera opción, un poco forzados, pero al final de cuenta agradecidos de la decisión. Inicialmente habíamos querido arrendar una campervan, sin embargo, comenzamos nuestra búsqueda muy tarde, y para cuando quisimos reservar, ya todo estaba agotado y no teníamos muchas opciones económicas, por lo que finalmente elegimos arrendar un auto. También estaba la opción de tomar un tour compartido, que son bien populares y que las dejé anotadas al comienzo de este relato, pero que no nos daban ninguna flexibilidad y por ende lo descartamos rápidamente.
Desayunamos y partimos al centro de Cape Town para buscar nuestro auto en el Rent a Car. Tras firmar todo el papeleo, pagar y dejar una no poco significativa garantía, nos pasaron nuestro auto, un WV Gol del año, mecánico, blanco e inmaculado. Para quienes no lo saben, en Sudáfrica se maneja al revés, ósea manubrio por la derecha y el carril a la izquierda. Un detalle no menor a considerar, teniendo en cuenta que nos esperaban 1000 kilómetros de manejada y salir de una de las ciudades más pobladas de Sudáfrica. Tras preguntarme si alguna vez había manejado por la izquierda y yo haber asentido con la mejor cara de poquer que tenía, me entregaron las llaves y nos subimos al auto con la Andre. Primera esquina y casi me quedo corto en la vuelta. Qué hablar de la primera rotonda que tuve que tomar. Y claro, para hacerlo más difícil aún, no podía elegir un modelo automático, y para rematarla, fuimos a buscar el auto en horario peak. Por suerte, mi proceso de adaptación fue rápido, lo que debo en gran parte a mi copilota que constantemente me estaba recordando que debía ir por el carril de la izquierda y tomar las rotondas al revés. Bueno, llegamos sanos y salvos al hostal. Allí tomamos nuestras cosas, hicimos el check out y tras desearnos buena suerte, nos despedimos de los chicos del hostel y dimos inicio a nuestra última aventura; Garden Route allá vamos!
Pusimos nuestro destino en el GPS del auto, Cape Point, que nos duró unos 15 minutos hasta que decidimos apagarlo y usar nuestro celular con la aplicación Map.me. Que GPS más de mierda. La aplicación que bajamos en cambio, una maravilla que no necesitaba conexión y que nos mostraba desde las rutas de auto hasta los trekking. En fin, salimos de Cape Town, no sin antes pasarme un par de veces al carril contrario o meterme en contra del transito, y enfilamos rumbo a la Península del Cabo. Nos fuimos manejando por toda la costa Oeste, pasando por Hout Bay nuevamente, que es donde días previos había realizado mi buceo, y luego llegamos a Chapman’s Peak Road. Este es el nombre de un sector de la ruta que une Cape Town con Cape Point, pero no es cualquier camino. Se dice que es una de las rutas más bellas que existen, y tiene toda una historia.

La ruta común y corriente, ahora se transformaba en una entramada vía a través de precipicios de roca y el Atlántico a nuestra derecha. Curvas y más curvas, subidas y bajadas y una vista que bien le vale el nombre de ser una de las rutas más bellas. Paramos más de una vez a disfrutar en unos de sus tantos miradores, y entender el por qué la gente hablaba tanto de esta como un imperdible.

Cuenta la historia, que esta ruta se construyó entre 1915-1922 usando mano de obra convicta. Quien ordenó su construcción fue Sir Nicolas Frederick de Waal, el primer administrador de la provincia, muy a pesar de que los ingenieros insistieron que no era posible, por la difícil tarea de tallar la roca y los constantes deslizamientos que existían. La ruta fue construida, pero tal como era de esperar, los frecuentes deslizamientos la hacían en extremo peligrosa. Incluso estas última décadas, la ruta estuvo en varias oportunidades cerrada, y actualmente hay un control estricto de paso, que pueden verificar aquí. Hoy, después de un laborioso trabajo de ingeniería, la ruta es bastante más segura gracias a sus túneles, barreras y gigantescas rejas que evitan la caída de rocas al camino. A mi parecer, pueden manejar tranquilos, aunque nunca se sabe.

Dado que íbamos de paseo, y sin mucho apuro, decidimos pasar a un pequeño poblado en la costa, llamado Kommetjie, y que es conocido por sus buenas playas para practicar surf (info aquí). Nosotros eso sí, ninguno de los dos adeptos a este deporte, íbamos para allá con el único fin de conocer y subir el faro Slangkop, el más alto de todo Sudáfrica. Subimos la larga escalera, que nos dejó a 30 metros de altura, desde donde se tenía una bella vista de la larga playa con la agradable y relajante brisa marina.

Ibamos nuevamente en el auto, cuando a orillas del camino nos encontramos nada menos que con una granja de avestruces!! Sabíamos de ellas, y eran una de las cosas que iríamos a ver los día siguientes, y no aguantamos las ganas de parar para ver estos maravilloso bichos. Junto a nosotros, también había una pareja de Turquía, y al lado, un gigantesca avestruz más alta que yo, lo cual no es difícil, pero se entiende la idea. Ellos estaban con una bolsa de maní alimentándola, y gentilmente nos pasaron un poco a ambos. Puse mi mano por sobre la reja, y en dos zampazos el pajarraco este ya se había devorado todo el maní y de pasada también me había probado un par de dedos. Cuando me di vuelta para decirle a Andre que lo intentase también, veo que no tiene nada en las manos… y los cachetes, inflados como ardilla! Se había comida el maní de la avestruz!! Nos agarrábamos la güata todos de la risa que teníamos, no podía más.
Llegamos a la península a medio día. Toda esta zona es un parque llamado Table Mountain National Park, y es enorme. Se recorre entre auto y caminata, porque de verdad es gigante. Pagamos la entrada y nos fuimos directo a Cape Point, donde se sitúan dos faros que indicaban a los navegantes la proximidad de esta costa, ya que es una zona de mar extremadamente brava. Se dice, que este punto es donde se unen los océanos Atlántico e Índico, sin embargo, no es del todo cierto ya que varía y tampoco existe un efecto visual que se pueda apreciar. De cualquier forma, la caminata por el lugar, la visita al faro y sus preciosas vistas a los acantilados bien valen el paseo. También hay un funicular que se puede tomar en esta parte, además de varias caminatas por el sector.

Agarramos el auto y partimos ahora rumbo a Cape of Good Hope o Cabo de Buena Esperanza, que en realidad, solo es una saliente grande de tierra hacia el mar, y que servía de referencia para los marineros. Cuanta la leyenda, que aquí es donde se ubica The Flying Dutchman, el famoso barco embrujado, conocido en español como el Holandés Errante. Sí, el mismo que aparece en la película Los Piratas del Caribe.


Cuando salimos del parque, el sol ya se estaba poniendo y moríamos de hambre. Nuestro destino era Hermanus, pero antes nos detuvimos a cenar algo en Simon’s Town, un pequeño poblado de lo más cool. Todo perfecto y ordenado. Cuando llegamos a nuestro destino, nos estaba esperando el dueño del guest house donde nos quedaríamos. Era una gran casa familiar, donde los dueños, dos abuelitos de lo máximo que hay, habían acondicionado todo para recibir turistas. El lugar era increíble, teníamos nuestra pieza gigante, baño privado, toallas y todo ordenado en una perfección máxima de detalles.
TIPS
- Bajar la audio guía gratuita de Cape Point en su página web.
- Avistamiento de ballenas en Hermanus: Esta es una zona famosa de Sudáfrica por la posibilidad de ver ballenas jorobadas (junio – agosto) y Francas Australes (junio – diciembre). Este blog relata un poco la experiencia y me gusto bastante. Nosotros obviamente por la fecha, no tuvimos la posibilidad de realizarlo.
ALOJAMIENTO
- Hermanus at home: 100% recomendable. Algo alejado del centro, pero si se anda en auto no es problema.
DÍA 27
Hermanus – Canopy – Gansbaai
Nos levantamos temprano para desayunar las deliciosas cosas que los abuelitos nos habían preparado esa mañana y luego agarramos nuestras cámaras y nos subimos al auto. Nos dirigíamos a Elguin Valley, un sector ubicado a unos 50 kilómetros al Norte de Hermanus, y donde nos esperaba la primera gran aventura de nuestro viaje, uno de los canopy más famosos de Sudáfrica.
Nos tomó algo así como una hora llegar al lugar, cuyo viaje además es bastante bello porque se recorren diferentes valles e incluso se cruza la reserva nacional Houwoek. Allí nos recibieron y nos juntaron con el resto de personas con quien estaríamos en el canopy, para darnos la bienvenida y explicarnos un poco en que consistiría todo. Hicimos grupo con una familia de 3 Sudafricanos y tras equiparnos con nuestros arnés, guantes y cascos, partimos los 5 arriba de una camioneta subiendo por el valle unos 30 minutos. A eso, le siguió una caminata de unos 30 minutos más y finalmente llegamos al punto de inicio de nuestra aventura.

Fuimos colgándonos uno a uno y bajando por cada una de la 11 líneas que tenía el canopy. Partimos por terreno rocoso y de vegetación baja para luego adentrarnos en una zona más boscosa y realmente bella. Surcamos líneas de hasta 300 metros de largo por profundos cañones, algunos de ellos con ríos abajo e incluso un par de cascadas. Cruzamos un puente colgante hermoso y altísimo, y disfrutamos de un pequeño snack en una de las 13 plataformas. Sin duda alguna, un imperdible del Garden Route. Cuando terminamos, estábamos a más no poder de la alegría y la emoción. Había sido realmente una experiencia inolvidable.
Tomamos nuevamente el auto, volvimos a nuestro guest house a buscar nuestras mochilas y partimos rumbo a Gansbaai. Este pueblo, sin duda alguna, era un capricho mío. Es un pequeño poblado costero de 12.000 personas y cuya principal economía es la pesca. Tiene, sin embargo, algo muy especial. Es el mejor lugar para bucear con tiburones blancos de todo Sudáfrica, y también uno de los buenos lugares para avistamiento de ballenas, aunque ya sabíamos que no estábamos en temporada. Si bien, esta tampoco era la mejor época para avistamiento de tiburones blancos, estos a diferencia de las ballenas, siempre estaban presentes, solo que ahora sería más difícil.
Cuando entramos al poblado, aprovechamos de pasar antes a pasear un poco por la costa y parar en algunos sitios típicos de avistamiento, mas como era de esperar, salvo ver olas y caminar un rato, no logramos mucho más. Luego nos dirigimos a nuestro hostal, que era una especie de apartamento con baño privado y cocina. Bastante aceptable el lugar, aunque ni a palos me volvería a quedar allí, ya que se encontraba cercano a una refinería de pescado y les encargo el olor horroroso.
TIPS
- Canopy:
- Un imperdible! Reservar con anticipación.
- En Gansbaai todo cierra muy temprano (tipo 19:00).
ALOJAMIENTO
DÍA 28
Gansbaai – Shark Diving – Oudshoorn
Por mucho que traté de convencerla, no hubo caso. Ni a palos la Andre se metía a buscar pececillos que tuviesen dientes más grandes que los de ella. Por eso, madrugue solo a las 6 am y tras despedirme -por última vez- salí rumbo al puerto. Nos reunimos en la compañía, Shark Lady Adventures y nos instruyeron un poco como sería la experiencia. Seríamos 18 en el barco, el cual tendría una jaula en uno de sus costados y nos iríamos metiendo de a 5, usando solamente máscara. A diferencia de lo que yo esperaba, nos explicaron que en esta experiencia no se usaban equipos de buceo y que solo nos entregarían máscara y traje, ya que según ellos la respiración bajo el agua alejaba los tiburones. Qué tan cierto es esto, no lo sé, pero mis amigos que han hecho esto ha sido similar, aunque buscando información ahora, la empresa White Shark Diving si ofrece el servicio con respirador artificial conectado al bote, pero a casi el doble de precio. Sospechoso. En fin, ya estábamos en esto, se había pagado y por más que había preguntado en todas las empresas, esto era lo que ofrecían todas. Estaba bien emocionado, al igual probablemente que mis otros 17 compañeros, pero no quise entusiasmarme demasiado con las expectativas. Estábamos en temporada baja, y el mar estaba picadísimo, mala cosa.


Nos subimos al bote y partimos rumbo al sitio donde nos anclaríamos. Junto con nosotros había unos 3 barcos más. El mar efectivamente estaba horroroso, con fuerte oleaje que nos meneaba de un lado para otro, haciendo temer lo peor, que nos regresasen a puerto. Por suerte no ocurrió y en breve nos indicaron que nos pusiésemos nuestros gruesos trajes de neoprén, mientras ellos colgaban la jaula a uno de los costados del bote y comenzaban a lanzar algunos restos de pescado al agua para atraer a los bicharracos. Cuando preguntaron quienes querían ser los primeros, sin pensarlo, salté de primero levantando la mano. Otros cuatro más se fueron sumando, mientras otros medios asustados esperaban a ver qué iba pasando. El agua estaba heladísima. La jaula, de aproximadamente 2 metros de alto, permitía estar perfectamente de pie y agarrado a una barra que te permitía respirar para luego meter la cabeza bajo el agua y observar lo que aguantases la respiración, entre un bamboleo nada sutil del barco. Prohibido obviamente sacar manos o pies si es que querías contar con ellas después de la experiencia.
Abajo la visibilidad tristemente era pésima, con suerte alcanzábamos a ver 1,5-2 metros. Desde arriba lanzaban cebo alrededor nuestro y trataban de atraer alguno de los pececillos con una gran cabeza de atún, que tras algún rato fue agarrada cual película por un amigable tiburoncillo que sacó su cabecita fuera del agua y se zampó la cabeza del atún degollado. Fue todo demasiado rápido, demasiado para procesarlo, y las imágenes que recuerdo son más como haber visto una película que haber estado allí mismo. La emoción eso sí, eso sí que fue real. No susto, emoción de haber podido ver este enorme animal, uno de mis check list de la vida. Luego de eso, fuimos rotando y me tocó salir de la jaula, y mientras estaba allí arriba del bote, zaaam, otra vez uno que saltó fuera del agua. Abajo la emoción no fue tanta, se veía realmente poco y en solo una oportunidad logré ver como una silueta grande pasaba cercano a nosotros, pero en ningún caso llegó “Jaws” y agarró nuestra jaula a mordiscos. Triste.

A las 11 am estaba ya de vuelta con Andre preparando las cosas, para salir al poco rato rumbo a Oudshoorn. Nos esperaban casi 300 kilómetros de trayecto, lo cual par Sudáfrica era bastante, no por la calidad de los caminos, que era excelente, si no porque estaba lleno de radares por todos lados y la velocidad máxima era 80 km/hr, osea veníamos como tortugas. De todas formas, la ruta fue muy bella y con un contraste importantísimo. Toda la primera parte del camino, estaba dominada por granjas azotadas por la sequía, todo era café y amarillo. Pero de la mitad en adelante, las granjas cambiaron a bosque, y el amarillo cambió a un abundante y hermoso verde
Veníamos a Oudshroon por dos motivos; a ver las famosas avestruces y a unas cavernas que quedaban cercanas a este pueblo. Nuestro plan había sido llegar directamente a la granja de avestruces este día, ya que según la website cerraban a las 18:00, más cuando llegamos a las 16:00 ya estaban cerrando y nos tuvimos que devolver nuevamente al pueblo. Allí hicimos nuestro check-in en el hostel, uno que meticulosamente había elegido Andre. Rosa Bed & Breakfast era un hotel boutique hermoso, remodelado sobre una casona antigua donde aún vivían sus dueños. Las piezas estaban en el segundo piso, con mucho detalle y abajo el área común. Una bella colección de libros que adornaba las murallas y otra de teteras de porcelana. Afuera había un juego de terraza bajo dos palmeras y con una piscina. Realmente un lugar para volver.
Aprovechando que aún era temprano, nos fuimos a pasear un poco por la calles de ciudad y pasamos a comer uno de los imperdibles de la zona, la famosa carne de avestrúz, una carne roja bastante sabrosa, y que obviamente deben probar.
TIPS
- Shark Diving:
- Época: Junio – Septiembre.
- Empresas: Coordinen directamente con los operadores y no a través de una agencia.
- Les sugiero investigar bien cada una de ellas en tripadvisor, no son muchas. Elijan a la segura con esto, no quieren pasar un mal rato o salir defraudados.
- Leí buenos comentarios de White Shark Diving Company. Yo contraté a Shark Lady, que hoy revisando en retrospectiva no tiene muy buenos comentarios en Tripadvisor.
ALOJAMIENTO
DÍA 29
Oudshoorn – Cango Caves – Ostrich farm – Knysna
Las Cango Caves, probablemente la atracción turística más famosa de este sector, son un grupo de cavernas en roca caliza, ubicadas en las laderas de la cordillera de Swartberg, a 30 kilómetros de la ciudad de Oudshoorn. Es un complejo entramado de túneles, que llega a medir hasta 4 kilómetros, aunque solo una parte de ellos están abiertos al público. Para que puedan dimensionar de lo que estamos hablando, les cuento que el salón más grande, mide el tamaño de una cancha de futbol. Además como dato, acá se han encontrado pinturas y artefactos prehistóricos que datan del mesolítico, hace 8.000-20.000 años atrás.
Cuando llegamos, teníamos la opción de hacer dos tours diferentes, regular o adventure. Evidentemente tienen claro por cuál optó Camilito. Creo que la Andre no tenía perfectamente claro de que estábamos hablando, y si bien, al comienzo se mostró algo reticente, luego accedió, de seguro más por lo emocionado que estaba yo, que por que ella quisiese hacerlo, ya que de hecho ni siquiera estaba muy feliz con la idea de meterse a una caverna. Linda.

Y comenzó el tour. Eramos aproximadamente un grupo de 15 personas liderado por dos guías, uno que abría y explicaba, y el otro que se encargaba que nadie se quedase atrás perdido. La primera parte era la sección más turística, aquella del tour regular, y estaba bastante intervenida; escaleras, barandas, piso cementado, harta luminaria. Lo suficiente para hacer de las cavernas una máquina de dinero. Durante el recorrido, se visitan dos salones realmente grandes, el primero es el Van Zyl’s Hall, aquel que les comentaba que tiene el tamaño de una cancha de futbol, y que fue nombrado así en honor al granjero que las redescubrió en 1780. El siguiente es el Botha’s Hall, que si bien es más pequeño, igual sigue siendo enorme. Acá pudimos ver varias bellísimas formaciones de estalactitas y estalacmitas. Luego vienen pasadizos más cerrados pero todo bastante transitable, hasta que llegamos a la zona de término del tour regular y comenzó lo entretenido.



Las cavernas, la espeleología, la intriga de saber que hay más allá en este mundo tan ajeno a nosotros, me llama enormemente la atención, y por eso hacer este tour era tan importante para mí. De aquí en adelante, el tour más que mirar, se trataría de jugar, viviendo un poco lo que era recorrer una verdadera caverna. Ya no habían pasamanos ni suelo cementado. Comenzamos subiendo una empinada escalera llamada “Jacob’s ladder” para luego avanzar por algunos pasadizos y llegar hasta la “Lumbago walk”, llamada así porque para avanzar hay que agacharse muchísimo, cuidado con la cabeza! Seguimos con el “Tunnel of love”, una entramada y estrecha pasada, para luego llegar al “Coffin”, seguido del “Devil’s chimney”, que tal cual como dice su nombre, es una chimenea por la cual hay que subir. La Andre venía bastante bien, aunque evidentemente no muy feliz. Las huevadas que se le ocurrían a Camilo. Aquí, sin embargo, fue colapso y con justificada razón. Pasé yo primero, era un túnel hacia arriba extremadamente angosto. Yo soy flaco y aún así me sentía apretadísimo. Tanto así, que para subir, debías hacerlo con los brazos por sobre la cabeza, porque a los lados sencillamente no te cabían. La subida era resbalosa, por roca húmeda y no sencilla, la amé. Luego le tocó el turno a la Andre, pero en la mitad quedó atrapada y no podía avanzar, lo cual obviamente considerando que ya no venía muy feliz, hizo que colapsara y necesitase un poco de contención para tranquilizarla y lograse salir del túnel. No culpo que en ese momento quisiese matarme, tenía razones más que justificadas, mas aún no habíamos terminado. Nos quedaba por último la “letterbox”, que por su nombre, adivinarán que es como una rendija del correo, por la cual tuvimos que pasar arrastrándonos de güata. Toda la felicidad que no estaba sintiendo mi querida Andreita, la estaba sintiendo yo por mil. Finalmente habíamos llegado hasta el final, y ahora tocaba devolvernos, pero esta vez dando la vuelta por otro sitio, que nos llevó al camino común y a la escalera de Jacob, donde volvimos a la ruta del tour tradicional.
Cuando terminó la tortura de las cuevas, agarramos el auto y nos fuimos a la granja de avestruces, que además nos quedaba de camino rumbo a Oudshoorn. Tristemente llovía, lo cual significó que no podíamos hacer el tour completo, pero al menos nos rebajaron el 50% del valor de la entrada. Nos enseñaron un poco de la historia de los avestruces y de cómo al fin de cuentas, era un animal básicamente del estilo ganado. Los criaban para luego generar carne, pieles, plumas y huevos. Una gallina más grande. Estuvimos algún rato con ellas, las alimentamos y vimos los cómo mantenían los huevos. No sé si es el gran panorama para todos, pero al menos para nosotros, que es un animal tan ajeno, nos pareció bastante interesante.
Salimos nuevamente en el auto, pero esta vez rumbo a Knysna. Eran apenas 120 kilómetros que manejamos, por una de las rutas más bellas de toda la Garden Route. Cruzamos hermosos parques nacionales, llenos de verde por todo nuestro alrededor. Una de las partes más entretenidas, fue una cuesta que nos hizo subir e internarnos en una espesa neblina, que le daba todo el toque al bosque que en ese momento cruzábamos. Demás esta decir, que manejar en esta cuesta, sin visibilidad y por el carril contrario fue toda una experiencia. Cruzamos también a través del Wilderness National Park, uno de los sitios que queríamos mucho visitar, pero que finalmente tuvimos que descartar por tiempo, ya que requería realmente el día completo. Aquí se puede hacer de todo, desde kayak, canoa, pesca, bicicleta, rappeling, trekking, avistamiento de delfines y ballenas, parapente, hasta koofling (les recomiendo ver este video).
Hoy, mirando en retrospectiva, creo que sin lugar a dudas, debimos haber dejado un día más para visitar este parque, mas los días siempre escasean y es difícil a veces priorizar con tanto bombardeo de actividades emocionantes por hacer. De cualquier forma, espero que si ustedes viajan, puedan incluirlo y contarme que tal les fue!
Llegando a Knysna, nos fuimos a nuestro alojamiento, que resultó ser realmente una porquería y del cual, tras dejar nuestras cosas, arrancamos inmediatamente rumbo al pueblo para cenar algo. Allí pillamos un restaurant Thai, que se los recomiendo mil. Realmente buenísima comida. Luego de eso, de vuelta a nuestro cuchitril, prepararnos para nuestro último día y a dormir.
TIPS
- Cango Caves
- Debe reservarse con anticipación vía web
- Ostrich Farm
- Wilderness National Park
ALOJAMIENTO
- Riverdeck lodge and backpackers: Alojamiento económico, pero que dejó bastante que desear. En las fotos se ve bastante mejor de lo que es.
DÍA 30
Knysna – Puerto Elizabeth
!Le grand finale! Me desperté ansioso sabiendo que nuestro último día del viaje, sería el más adrenalínico de todos. Cerraría la Garden Route con nada más, ni nada menos, que saltando desde uno de los bungy más altos del mundo. Para ser exactos, desde el tercer bungy más alto, con 216 metros que separan la plataforma del suelo, y una caída libre de 65 metros. Locura.
Salimos un poco atrasados desde Knysna, lo cual solo ayudó a aumentar aún más mi ansiedad y adrenalina. Debía llegar una hora antes, pero logramos estar allí solo treinta minutos antes del salto, por lo cual tras bajarme corriendo del auto, fui a registrarme y equiparme antes de que el grupo saliese rumbo al puente, lo cual no logré, y para cuando el grupo ya iba de camino, yo aún estaba probándome el arnés. Esta experiencia la haría solamente yo, ya que por más que traté de convencer a la Andre, no hubo caso que quisiese saltar conmigo. Eso sí, pagamos para que pudiese acceder al puente, y nos fuimos juntos caminando rumbo a la plataforma. Solo aquí, logré dimensionar realmente donde me estaba metiendo, ya que el suelo era de rejilla y se veía todo hacia abajo. Era altísimo!! Cada vez que avanzaba, aumentaba más mi pulso y sentía que el corazón se me saldría por la boca. Creo que la sensación de adrenalina era incluso más que cuando me estaba subiendo al avión para saltar en paracaídas años atrás.

En la plataforma de salto, era otro mundo. Nada de bajos presupuestos. Un sistema implementado de lujo, que funcionaba como reloj suizo. Mientras uno saltaba se preparaba para saltar, por el otro lado del puente, otro equipo diferente estaba bajando a buscar con una línea al saltador anterior. Medidas de seguridad impecables, y para darle aún un toque más impresionante a todo; cámaras que grababan el salto y lo mostraban a todos nosotros con una gran pantalla, un dj y música prendidísima, con un ambiente que hacía que hasta el más cobarde sacase fuerzas para saltar. Y es que era eso, o te lanzaban. Sencillamente no habían muchas opciones una vez ya estabas al borde del puente.
Había de todo. Desde valientes que disfrutaban el salto desde que se ponían su equipo, hasta varios que literalmente les dieron un empujoncito de ayuda. Personas solas, otras que venían en pareja y hasta una familia completa que celebraba el cumpleaños del padre. A mí me tocó de los últimos del grupo, lo cual me dio buen tiempo para bajar las revoluciones que me había generado llegar medio corriendo, y para cuando me llamaron, estaba bastante tranquilo. Total, cuan peor que saltar de un avión podía ser?
Me dieron la opción de saltar agarrado al arnés de pecho para saltar de pie, o agarrarme de los pies, para saltar de cabeza. Evidentemente elegí la segunda opción, tras lo cual pusieron el arnés de tobillos, me llevaron al borde de la plataforma y comenzó la cascada de adrenalina. Frecuencia cardiaca a mil, corazón latiendo a toda potencia, sensación de vacío en la güata, ansiedad. Mentalmente estaba tranquilo, miedo cero, pero el cuerpo inevitablemente te traiciona frente a estas situaciones, y por mucho que quieras saltar y tengas tranquilidad de ello, la adrenalina hace todo lo suyo, lo cual me encanta! Me paré en el borde, y les pedí que por favor me dejasen saltar solo, primero quería mirar. Doscientos metros abajo se alcanzaba a ver un lejano río, haciendo que mi mente entendiese que era lo que estaba haciendo exactamente. Rasgos suicidas? Nah, solo masoquismo. Aquí comprendí que saltar de un avión no tiene nada que ver con el bungy. La adrenalina es mucho mayor cuando ves dónde vas a chocar abajo. Saltar de un avión es saltar al infinito, no hay proporciones, dimensiones, nada, aire. Acá en cambio, veía claramente el suelo.
Y salte. Un misisipi, dos misisipi, tres misisipi, cuatro misisipi, cinco misisipi. Ese fue el tiempo que demoré en llegar hasta el punto máximo de extensión del elástico. Durante esos cinco segundos cayendo de cabeza a toda velocidad, y mirando cómo se acercaba el suelo, sentí como la descarga de adrenalina hacía que mi cuerpo se erizase. Es difícil de explicar, y solo aquellos que han tenido una experiencia de este tipo entenderán lo que me refiero, y lo adictivo que es. La extensión del elástico fue una maravilla, una suavidad hermosa, y tras la elongación completa de este, vuelta a subir y vuelta a caer, hasta que finalmente me detuve por completo, y quedé de cabeza mirando todo a mi alrededor. La felicidad me inundaba. Quería más. Tras pocos segundos, llegó uno de los operadores bajado desde un huinche, se amarró a mi arnés y nos fuimos arriba, donde me recibieron los otros trabajadores con una felicidad radiante. Sé que era uno más saltando, pero la alegría de los chicos que trabajaban allí al acompañarme era impresionante, disfrutaban de lo que hacían. Y luego la Andre, quien me abrazo fuerte y alegre de que aún estuviese completo y sin ningún hombro afuera. Estaba en éxtasis máximo en ese momento, quería más, y traté con todo mi esfuerzo, de convencer a la Andre que saltásemos juntos una segunda vez. Sé que estuve a un pelo de lograrlo, pero finalmente me dijo que no. Iba a saltar solo de nuevo, estaba ya decidido, pero tendría que esperar aún más de una hora para ello y todavía nos quedaba el viaje completo rumbo a Puerto Elizabeth, por lo que deseché la idea. Era más que suficiente, sin dudas, el resto era gula.

Tras el bungy, salimos en auto rumbo a Puerto Elizabeth, pero antes nos detuvimos en un parque nacional. Toda esta ruta es igual de bella que la del día previo, con bosques y verde por todos lados. Paramos en el Tsitsikamma National Park, que es una reserva nacional costera, con 70 kilómetros de largo, y donde se pueden hacer bellos trekkings, kayak, tubing en el río, cabalgatas, canopy y otras varias cosas más. El problema acá, es que el bungy nos había tomado bastante más tiempo del que creíamos y apenas teníamos 2 horas para recorrer un poco el parque. Nos estaban cobrando 40 US solo por entrar, independiente que paseasemos el día completo o solo una hora. El parque sin duda es hermoso, he visto fotos maravillosas del lugar, pero creo que al igual que el Wilderness NP, es para darle uno o dos días con tranquilidad. Optamos en cambio volver de donde veníamos, y desviarnos rumbo a Jeffrey’s Bay, un pueblo costero bien bonito, y que tiene excelente fama en el mundo del surf por sus excelentes olas. Si quieren aprender, les puedo recomendar Dolphin beach, donde encontrarán decenas de escuelas donde arrendar y profesores. Nosotros aprovechamos de disfrutar de la playa y almorzar unas buenísimas pizzas en un típico beach restaurant. Panorama bien diferente a los trekking que teníamos planeado, pero no menos interesante y sabroso!

Cuando ya era hora, nos subimos por última vez a nuestro Golf Polo y retomamos la ruta N2, que luego de 80 kilómetros, nos dejó en Puerto Elizabeth, nuestra última ciudad donde tomaríamos nuestro vuelo ya de regreso. Fuimos directamente al aeropuerto, sin ningún minuto extra para otros panoramas por esta zona, y devolvimos el auto que nos acompañó estos más de mil kilómetros recorridos. Fiel compañero. Luego tomar el vuelo desde Puerto Elizabeth hasta Johanesburgo, donde pasaríamos la noche, para partir al día siguiente de vuelta a Chile. Nuestro viaje había concluído.
TIPS
- Bungy jumping: Un imperdible. Reservar con anticipación.
- Tsitsikamma National Park: Les dejo estas dos webs interesantes para leer del parque. Web 1 – Web 2.
PARA FINALIZAR
Con Sudáfrica terminaba uno de los viajes más increíbles que alguna vez pudimos realizar. Fue un mes completo de sorprendernos día a día, de vivir experiencias que solo podía imaginarme en las películas y emociones que calan tan hondo que, sin duda alguna, dejan huellas indelebles. Creanme que no exagero cuando digo que hay un antes y un después de África. Estaré eternamente agradecido de la vida por haberme dado la oportunidad de vivir estas experiencias soñadas y haberlas podido compartir junto a alguien tan importante en mi vida.
“Tutaonana hivi karibuni Afrika”
FIN